eppur si muove

E pur si muove... Cuatrocientos años después de Galileo, el "interés nacional" ha reemplazado al Santo Oficio. ¿Seguiremos siendo resistentes al conocimiento y al cambio, y persistiremos en el error?

Friday, June 23, 2006

El Embalse de Caritaya








¿Se imaginan una región fronteriza, despoblada y desértica, con escasez de energía y donde las tierras esperan ávidamente las aguas que la fertilicen y en la cual exista un gran embalse en las alturas, de aguas limpias y cristalinas… pero abandonado durante 70 años?

Eso es lo que ocurre precisamente con el gran tranque de Caritaya, construido entre 1925 y 1932 en un afluente del río Camarones a 3.650 metros de altitud. Un embalse que pocos conocen en Arica -y casi nadie en Santiago-, pero cuyo espejo de agua es más extenso que los embalses de Santa Juana en Huasco o Puclaro en Elqui, y que acumula 42 millones de metros cúbicos de agua. Una capacidad cinco a seis veces mayor que el proyectado embalse de aguas de aluvión en Livilcar, con la diferencia que Caritaya se alimenta de las aguas que descienden directamente desde los nevados a 5.300 metros de altura; aguas dulces, puras y de óptima calidad. Un tesoro para la producción de alimentos.

El tranque Caritaya se construyó para diversificar la economía de Tarapacá y abastecer de alimentos a las salitreras de la pampa, reemplazando los productos que se traían desde Tacna una vez ésta retornara al Perú. La crisis del salitre de 1930 truncó el propósito y el Estado no tuvo los recursos para terminar la red de canales distribuidores. En esa época se estimó regar 3.000 hectáreas en las pampas de Camarones y 2.000 más en las pampas aledañas de Chiza, Miñimiñe, Humallani, Saguara y Codpa. Hoy el embalse Caritaya beneficia sólo a unas pocas terrazas de cultivo en los pueblos al interior del valle de Camarones, y por tanto su rentabilidad es muy escasa.

Sin embargo, debemos ser imaginativos y pro-activos. ¿Cuántas hectáreas podría regar hoy Caritaya con las técnicas avanzadas de riego tecnificado, en tierras con climas soleados y secos, óptimos para el cultivo de frutales y vid? ¿Cuántas fuentes de trabajo e ingresos generará y cuánto contribuirá al poblamiento territorial? ¿Y cuántos millones de dólares recibirá el Estado por venta de terrenos fiscales con agua y en un clima excepcional? Los beneficios no van a terminar allí, pues los enormes desniveles del territorio por donde pasarán los canales alimentadores pueden constituir una fuente de generación hidroeléctrica tanto o más que Chapiquiña, por la magnitud de los caudales regulados y las pendientes.

Caritaya debe pasar a ser el mayor proyecto de desarrollo para la futura región de Arica-Parinacota porque –simplemente- transformará a la cuenca del río Camarones… en un nuevo Copiapó.

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