El absurdo de lo absurdo: Derrochar el agua dulce al mar para luego desalarla.
A alguien se le ocurrió que la solucion para Arica era una planta desalinizadora de agua de mar. Y la Presidenta prometió regalarnos una planta el 23 de marzo pasado. Aplausos, fin al boro del agua potable y agua para todos los campos en Azapa. Como yo tengo esa mala costumbre de comer todos los dias, trabajo para el fisco (y quiero que me paguen), mejor no me pongo criticón y dejo que un español nos cuente lo que pasa por allá. Eso sí, cualquier similitud con nuestra bombardeada ciudad ES PURA COINCIDENCIA.
El absurdo de lo absurdo:Antonino Fabregat (*) www. información.es.
ALICANTE, Martes 21 de Agosto del 2007.
Desde luego que estos políticos/as hay que ver como se la juegan. Recientemente ha estado por este privilegiado litoral la titular del Ministerio de Medio Ambiente, Cristina Narbona, en apoyo de la instalación de una macroplanta desaladora que, contra viento y marea, imponen ubicar a las mismas puertas de Torrevieja. Por toda la parafernalia desarrollada, da la impresión que está mofándose al imponer sus criterios pese a quien pese. El alcalde de Torrevieja se apercibió del «montaje» y no autorizó el «tablao» con que celebrar la burla en su administrado municipio. Por lo que la comitiva hubo de desplazarse a Guardamar -allí administra una alcaldesa del mismo color político que la ministra, el PSOE-. Claro está, no acudió ningún representante popular del Ayuntamiento torrevejense. Faltaría más.
Así, hemos podido observar como la señorita Narbona, con todo el riesgo del mundo para su salud, bebía un botellín de agua desalinizada o desalada, -que nunca nos pondremos de acuerdo- que dicen, procedía de la planta de San Pedro del Pinatar. En honor a la verdad hemos de reconocer, que no nos creemos del todo, que el susodicho botellín fuese de agua desalada. La Narbona es persona con formación suficiente para entender que ese botellín podría ser lo último que ingiriera, por obra y gracia del alto grado residual en boro. Aunque tampoco hay porqué ser excesivamente catastrofista, con un solo botellín intuimos que no se vería excesivamente afectada.
Lo que sí sería conveniente es escudriñar cuantos botellines sería capaz de tolerar su organismo con o sin un buen antídoto. La ministra sabe, -aunque hace como que lo ignora- que el boro se acumula en la célula en ínfimas dosis, siendo incapaz de autorregularlo. Lo que a la larga es altamente nocivo. Por sus palabras, la misma ministra reconoce la intolerancia del boro aunque, quitándole hierro a la cosa, argumenta que es leve. Entonces cabría preguntarle: ¿cuántos grados de levedad es capaz de tolerar el organismo humano sin funestas consecuencias. Señora ministra, no pretenda hacernos comulgar con ruedas de molino. Por todos es sabido que el agua del mar -alto contenido en cloruro sódico- por muy desalada que esté, no es apta para consumo por boca y tampoco para riegos agrícolas.
Por lo visto y oído, hay sospechas fundadas de que este «circo» ha sido montado nada más y nada menos que para demostrar un acto de fuerza política, más no de fe. Imponiendo que este macro proyecto, de consecuencias imprevisibles para la población -proyectado en el centro de una gran ciudad- , pese a la ingente cantidad de pronunciamientos en contra de su desdichado emplazamiento, se oponga quien se oponga, ¡va adelante! A mayor irresponsabilidad, justo al lado del Hospital General. Habrá que rezar para no caer enfermo en sus cercanías.
La ministra apostilla que la planta es la más grande, monstruosa diríamos, del mundo. Imaginemos por un momento cuando ese tinglado esté en marcha la de monóxido de carbono que es capaz de desprender, se aprecia que el equivalente a 3.000 coches circulando al unísono, será capaz de producir 80 hectómetros anuales, que comparado con los que tira al mar el río Ebro, con el plácet del Gobierno Central, es una minucia. Señora ministra, sin ambages, diga cuantos hectómetros anuales son derrochados. Con solo indicarnos los tirados al mar en la última desgraciada riada del Ebro, nos sentiríamos complacidos.
La planta tendrá un costo total de 50.000 millones de pesetas. (Digo bien, cincuenta mil millones de pesetas). De mantenimiento anual ni hablamos. Asusta. Caducidad: unos diez años. Con lo barato y duradero que salía el proyectado trasvase, derogado por el gobierno al que pertenece la Ministra. Así , no entendemos, nadie lo ha explicado en ningún lugar ni ocasión, creemos porque es irracional, ese empecinamiento por cargarse el litoral de la próspera ciudad torrevejense. ¿Qué culpa tiene Torrevieja de que la Madre Naturaleza haya sido tan pródiga y propiciado este clima sin igual Da la impresión, que este mal proceder lo hacen con la finalidad de eternizar a los del PP en Torrevieja y en la Comunidad Valenciana para in sécula seculórum.
La señorita Narbona, con toda la soberbia que la respalda -estos políticos- por ser la titular de un ministerio, ha dicho que va a utilizar todos las cauces habidos y por haber para que se pueda verter al mar Mediterráneo la salmuera residual contaminante de la planta desalinizadora de Torrevieja, pues no es nociva. Señora Narbona, si fuese cierto que la salmuera residual no es un alto contaminante, ¿por qué entonces, no ordena verterla al lago, al Parque Natural de Las Salinas que está justito al lado de la proyectada planta? Así lograría dos objetivos: solidificar la sal con mayor brevedad y reducir costos. Pero esto, como es sabido, no es posible, pues la salmuera es altamente contaminante. Por lo que; ¡hala! al Mediterráneo. Allí cabe todo, que nos cargamos la flora y fauna del litoral, qué más da.
Está bien, muy bien, una y mil desaladoras-desalinizadoras, faltaría más. Pero proyectadas con un orden. No macro. Sí al emplazamiento y tamaño conveniente. Pero también trasvase, sin perjudicar a nadie; no es incompatible. También sacar a la Virgen en Rogativa. Y pozos artesianos, muchos pozos. Y lo que haga falta. Todo menos derrochar el agua dulce al mar para luego desalarla. Y sobre todo mucha imaginación y bien hacer.
Cabe aclarar el por qué no comparto los criterios que impone la señorita Carbona. Por su ubicación en las mismísimas puertas de Torrevieja. Ciudad con 100.000 habitantes de derecho, con más de un millón de visitantes de hecho este mes de agosto. Por otro lado, el empecinamiento -por conveniencia política- de lo absurdo en derrochar el agua dulce del Ebro al Mediterráneo por Amposta, no nos cansamos, no derrochar, no, por paliza no quede, a ver si alguien con cordura nos oye. Y ya saben: esta agua dulce, mezclada con la marina, es la que luego proyectan desalar en Torrevieja, con alto coste económico, energético y contaminante. De lo que se tira al mar, nadie se aprovecha.
En su visita, la ministra Narbona dice reiteradamente: «este es el peor periodo de sequía de la historia de España». Lo que no entendemos cómo es posible que al reconocer la carencia no explica, ¡inexplicable! tal vez, el porqué derrama el agua dulce sobrante del Ebro al mar. ¡Sí! entiendo que cansa la cantinela pero, repito, a ver si alguien, aunque sea por aburrimiento, nos escucha y hace algo en pro de componer lo que entendemos, es un crimen de lesa humanidad.
No obstante; confiamos ansiosos que impere la cordura. Las pugnas políticas no son buenas para nadie y menos para la ciudadanía. Señores/as políticos/as procedan por tanto en lo conveniente por y para el pueblo.
*Antonino Fabregat es empresario.
ALICANTE, Martes 21 de Agosto del 2007.
Desde luego que estos políticos/as hay que ver como se la juegan. Recientemente ha estado por este privilegiado litoral la titular del Ministerio de Medio Ambiente, Cristina Narbona, en apoyo de la instalación de una macroplanta desaladora que, contra viento y marea, imponen ubicar a las mismas puertas de Torrevieja. Por toda la parafernalia desarrollada, da la impresión que está mofándose al imponer sus criterios pese a quien pese. El alcalde de Torrevieja se apercibió del «montaje» y no autorizó el «tablao» con que celebrar la burla en su administrado municipio. Por lo que la comitiva hubo de desplazarse a Guardamar -allí administra una alcaldesa del mismo color político que la ministra, el PSOE-. Claro está, no acudió ningún representante popular del Ayuntamiento torrevejense. Faltaría más.
Así, hemos podido observar como la señorita Narbona, con todo el riesgo del mundo para su salud, bebía un botellín de agua desalinizada o desalada, -que nunca nos pondremos de acuerdo- que dicen, procedía de la planta de San Pedro del Pinatar. En honor a la verdad hemos de reconocer, que no nos creemos del todo, que el susodicho botellín fuese de agua desalada. La Narbona es persona con formación suficiente para entender que ese botellín podría ser lo último que ingiriera, por obra y gracia del alto grado residual en boro. Aunque tampoco hay porqué ser excesivamente catastrofista, con un solo botellín intuimos que no se vería excesivamente afectada.
Lo que sí sería conveniente es escudriñar cuantos botellines sería capaz de tolerar su organismo con o sin un buen antídoto. La ministra sabe, -aunque hace como que lo ignora- que el boro se acumula en la célula en ínfimas dosis, siendo incapaz de autorregularlo. Lo que a la larga es altamente nocivo. Por sus palabras, la misma ministra reconoce la intolerancia del boro aunque, quitándole hierro a la cosa, argumenta que es leve. Entonces cabría preguntarle: ¿cuántos grados de levedad es capaz de tolerar el organismo humano sin funestas consecuencias. Señora ministra, no pretenda hacernos comulgar con ruedas de molino. Por todos es sabido que el agua del mar -alto contenido en cloruro sódico- por muy desalada que esté, no es apta para consumo por boca y tampoco para riegos agrícolas.
Por lo visto y oído, hay sospechas fundadas de que este «circo» ha sido montado nada más y nada menos que para demostrar un acto de fuerza política, más no de fe. Imponiendo que este macro proyecto, de consecuencias imprevisibles para la población -proyectado en el centro de una gran ciudad- , pese a la ingente cantidad de pronunciamientos en contra de su desdichado emplazamiento, se oponga quien se oponga, ¡va adelante! A mayor irresponsabilidad, justo al lado del Hospital General. Habrá que rezar para no caer enfermo en sus cercanías.
La ministra apostilla que la planta es la más grande, monstruosa diríamos, del mundo. Imaginemos por un momento cuando ese tinglado esté en marcha la de monóxido de carbono que es capaz de desprender, se aprecia que el equivalente a 3.000 coches circulando al unísono, será capaz de producir 80 hectómetros anuales, que comparado con los que tira al mar el río Ebro, con el plácet del Gobierno Central, es una minucia. Señora ministra, sin ambages, diga cuantos hectómetros anuales son derrochados. Con solo indicarnos los tirados al mar en la última desgraciada riada del Ebro, nos sentiríamos complacidos.
La planta tendrá un costo total de 50.000 millones de pesetas. (Digo bien, cincuenta mil millones de pesetas). De mantenimiento anual ni hablamos. Asusta. Caducidad: unos diez años. Con lo barato y duradero que salía el proyectado trasvase, derogado por el gobierno al que pertenece la Ministra. Así , no entendemos, nadie lo ha explicado en ningún lugar ni ocasión, creemos porque es irracional, ese empecinamiento por cargarse el litoral de la próspera ciudad torrevejense. ¿Qué culpa tiene Torrevieja de que la Madre Naturaleza haya sido tan pródiga y propiciado este clima sin igual Da la impresión, que este mal proceder lo hacen con la finalidad de eternizar a los del PP en Torrevieja y en la Comunidad Valenciana para in sécula seculórum.
La señorita Narbona, con toda la soberbia que la respalda -estos políticos- por ser la titular de un ministerio, ha dicho que va a utilizar todos las cauces habidos y por haber para que se pueda verter al mar Mediterráneo la salmuera residual contaminante de la planta desalinizadora de Torrevieja, pues no es nociva. Señora Narbona, si fuese cierto que la salmuera residual no es un alto contaminante, ¿por qué entonces, no ordena verterla al lago, al Parque Natural de Las Salinas que está justito al lado de la proyectada planta? Así lograría dos objetivos: solidificar la sal con mayor brevedad y reducir costos. Pero esto, como es sabido, no es posible, pues la salmuera es altamente contaminante. Por lo que; ¡hala! al Mediterráneo. Allí cabe todo, que nos cargamos la flora y fauna del litoral, qué más da.
Está bien, muy bien, una y mil desaladoras-desalinizadoras, faltaría más. Pero proyectadas con un orden. No macro. Sí al emplazamiento y tamaño conveniente. Pero también trasvase, sin perjudicar a nadie; no es incompatible. También sacar a la Virgen en Rogativa. Y pozos artesianos, muchos pozos. Y lo que haga falta. Todo menos derrochar el agua dulce al mar para luego desalarla. Y sobre todo mucha imaginación y bien hacer.
Cabe aclarar el por qué no comparto los criterios que impone la señorita Carbona. Por su ubicación en las mismísimas puertas de Torrevieja. Ciudad con 100.000 habitantes de derecho, con más de un millón de visitantes de hecho este mes de agosto. Por otro lado, el empecinamiento -por conveniencia política- de lo absurdo en derrochar el agua dulce del Ebro al Mediterráneo por Amposta, no nos cansamos, no derrochar, no, por paliza no quede, a ver si alguien con cordura nos oye. Y ya saben: esta agua dulce, mezclada con la marina, es la que luego proyectan desalar en Torrevieja, con alto coste económico, energético y contaminante. De lo que se tira al mar, nadie se aprovecha.
En su visita, la ministra Narbona dice reiteradamente: «este es el peor periodo de sequía de la historia de España». Lo que no entendemos cómo es posible que al reconocer la carencia no explica, ¡inexplicable! tal vez, el porqué derrama el agua dulce sobrante del Ebro al mar. ¡Sí! entiendo que cansa la cantinela pero, repito, a ver si alguien, aunque sea por aburrimiento, nos escucha y hace algo en pro de componer lo que entendemos, es un crimen de lesa humanidad.
No obstante; confiamos ansiosos que impere la cordura. Las pugnas políticas no son buenas para nadie y menos para la ciudadanía. Señores/as políticos/as procedan por tanto en lo conveniente por y para el pueblo.
*Antonino Fabregat es empresario.